jueves, febrero 21, 2008

Frase de motivación:¡Mantén la calma!

Muy a nuestro pesar, el trabajo tarde o temprano termina por estresarnos, son muy afortunados los pocos hombres que disfrutan de su empleo. Mantener la calma no solo es favorable para la salud sino además para un mejor desempeño profesional.

Bajo presión, las personas tienden a dejar la cortesía de lado, situación ideal para el enfrentamiento, para hostigar y ser hostigado. Si en lugar de caer en la discusión invitamos al agresor a calmarse y conversar, evitaremos el mal rato.
Es muy aconsejable nunca tomar las críticas como algo personal, como una ofensa a lo que tú eres como ser humano, sino como una observación a tu trabajo. Mucho menos se debe dar importancia a los insultos, es preferible esperar al día siguiente para aclarar las cosas con el agresor.
Cuando respondes a una agresión con educación, desarmas a la otra persona, él viene a buscar líos, a gritar y dejar fluir su estrés, tiende un puente agresor que tú desbaratas manteniendo la calma. Muchas veces no vale la pena ni siquiera defender nuestros argumentos pues la otra persona solo está buscando pelea, es mejor no darle importancia.
Una situación por demás estresante es cuando somos señalados por un compañero o por nuestro jefe de haber cometido un error importante. En tal situación, es aconsejable no ponerse a la defensiva, por el contrario, mostrar calma y pedir que se detalle el error que cometiste, de manera que puedas rebatir los cargos. Pero si resulta que realmente el error fue tuyo, entonces lo mejor es aceptarlo, sin perder la postura serena, y comprometerte a hacerlo mejor en el futuro.
Esta es una historia de un hombre que no perdió la calma ante las diferentes circunstancias que enfrentó:
Vivía en un pueblo en el interior de la India, había enviudado y tenía un hijo. Poseía un caballo, y un día, al despertarse por la mañana y acudir al establo para dar de comer al animal, comprobó que se había escapado. La noticia corrió por el pueblo y vinieron a verlo los vecinos para decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Solo un caballo poseías y se ha marchado.
-Sí, sí, así es; se ha marchado -dijo el hombre.
Transcurrieron unos días, y una soleada mañana, cuando el hombre salía de su casa, se encontró con que en la puerta no sólo estaba su caballo, sino que había traído otro con él. Vinieron a verlo los vecinos y le dijeron:
-¡Qué buena suerte la tuya! No sólo has recuperado tu caballo, sino que ahora tienes dos.
-Sí, sí, así es -dijo el hombre.
Al disponer de dos caballos, ahora podía salir a montar con su hijo. A menudo padre e hijo galopaban uno junto al otro. Pero he aquí que un día el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Cuando los vecinos vinieron a ver al hombre, comentaron:
-¡Qué mala suerte, verdadera mala suerte! Si no hubiera venido ese segundo caballo, tu hijo estaría bien.
-Sí, sí, así es -dijo el hombre tranquilamente.
Pasaron un par de semanas. Estalló la guerra. Todos los jóvenes del pueblo fueron movilizados, menos el muchacho que tenía la pierna fracturada. Los vecinos vinieron a visitar al hombre, y exclamaron:
-¡Qué buena suerte la tuya! Tu hijo se ha librado de la guerra.
-Sí, sí, así es - repuso serenamente el hombre ecuánime.
Mantener la calma es una de las maneras de continuar por el sendero correcto a nuestra felicidad.

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