viernes, marzo 14, 2008

Frase de motivación: ¡De nosotros depende ser felices!

Muchas veces no superamos nuestra pena porque nosotros no queremos, es decir, sin darnos cuenta, nos saboteamos cada vez que intentamos algo para superar la tristeza. Emprender acciones, moverse, perseguir objetivos ayuda mucho para salir del decaimiento anímico.
¿Qué estoy haciendo para dejar de sentirme mal? ¿Cómo voy superando mi tristeza? Son preguntas que tenemos que repetirnos para mantenernos vigilantes de nuestro progreso y exigirnos nosotros mismos, ser feliz no solo es un derecho sino también una obligación.
Otro hecho que prolonga más nuestra estadía en la congoja es el no continuar lo avanzado, me explico, de nada sirve que hoy nos propongamos ser optimistas, que persigamos nuestras metas, que alcancemos objetivos, que nos sintamos mejor si mañana volvemos al encierro e inoperancia.


Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira.
Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:
-¡Libertad, libertad, libertad!
No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “¡Libertad, libertad!”.
Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “¡Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón.
¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: “¡Libertad, libertad!”


Lo peor de todo es que la tristeza tiene como uno de sus síntomas la ausencia de motivación, usted no tendrá ganas de salir, de luchar, de alimentarse, de triunfar, y ese desánimo es el que más le perjudica. Pero debe ser consciente que a pesar de no tener ganas de hacerlo, de no experimentar satisfacción alguna haciéndolo, usted debe persistir, debe hacerlo.
Si se ha preguntado: ¿Hasta cuándo seguirá este dolor? ¿Cuánto tiempo más seré infeliz? Piense en lo que usted está haciendo para salir de eso, si acaso no es usted mismo el que sabotea su progreso.
Ser feliz depende de usted, y lo conseguirá si usted se lo propone, solamente si usted se convence que puede superar la adversidad, entonces lo hará, de lo contrario, no hay libro ni receta, ni maestro que lo ayude. De usted depende, ánimo, y en la ausencia del ánimo: ¡Fuerza!

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